jueves, 8 de diciembre de 2011

Agua que es piedra


La piedra de molino. Cézanne.
 
 
Presiento el ruido de la tarde,
agua que llegas,
y es que es cauce mi soledad
agua que es piedra,
sí, es piedra mi soledad
y es miel y es tierra.
Dulce greda es mi soledad,
mi cuerpo es ella.

Casitas tiernas son mis dos ojos,
palomas de óleo,
suben mi vientre
cuando el sol cae.
Tarde, las llevas.

Si en la mañana
Soledad quieta, aún no despiertas
mis dos palomas querrán volar
entre mis piernas.

Aprendí a amar la soledad
a fuerza de ausencia.



*.*.*.*

2 comentarios:

Daniel Quirós dijo...

No soy un muy fervoroso seguidor de escritos que hablen sobre ausencia, aún y cuando yo me veo permeado en gran medida por emociones afines, de vez en vez. Quizás mi rechazo es debido, en gran parte, a que del lugar que vengo es un tema harto tratado, pero desde la perspectiva urbana. Este poema en cambio, es distinto. Me retrae a un ausencia rural, campirana...que no me es ajena.

El último verso, genial. Lapidario.

Abrazos.

Marcelo Sosa Guridi dijo...

Cuando el agua suena, trae poemas.
Muy bueno, me gustó mucho. Tremendos, poderosos cuatro últimos versos. Saludos!

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